La santa Imagen de Ntra. Sra. del Vinyet vista sin los vestidos que la cubren, es de una Señora sentada sobre un sillón sin respaldo, encima de una peana de dos gradas; sobre su rodilla izquierda tiene sentado el divino Niño, vestido y calzado, sosteniendo un globo en su mano izquierda y alza su derecha en ademán de bendecir, teniéndole la Santísima Virgen su mano izquierda sobre su hombro y adelantando la diestra, o sea, su brazo sin mano, que, según la tradición, se la cortó el referido moro de un golpe de azada, al encontrarla mientras cavaba viña donde se levantó el Santuario. Los colores de que está pintada la santa Imagen son muy vivos y barnizados; la túnica, de púrpura con flores de oro y plata de concha, manto azul con aforro de color de sábano; el vestido del Niño, blanco algo tocado de azul, con rosas lanzadas v los vivos colores de los vestídos son de oro sin bruñir; el sillón es de color de nogal y la peana figura estar cubierta de una alfombra de color purpúreo y amarillo, floreado de raítas delicadas.
Las caras son de un color de castaña subido, que nos parece ser artificial, pues no es el que suele verse en las tallas que hayan estado enterradas, cuyo color de carne blanco se vuelve castaño. La santa Imagen del Vinyet mide 35 centímetros de alto, apareciendo mucho mayor con sus vestidos, sobre su dosel y bajo su peana de nubes doradas, entre las cepas con uvas y pámpanos. Respecto al hallazgo de esta santa Imagen, la tradición dice que el amo de la casa Milá dels Ferrers, finca que perteneció a D. Juan Manuel Bofill, sobrino de D. Juan Pintó, que compró dicha casa y terreno lindante con la carretera de Vilafranca, a poca distancia de nuestra villa.
Dicho amo, pues, envió a trabajar en la viña, donde existe el Santuario, a un esclavo moro, llamado Eli y cavando en la viña, desenterró la santa Imagen; pensando era un juguete de algún niño, la destino para jugar un niño de su amo. Al entregarla al pequeñuelo, el moro se quedó confuso, pues no halló en su cesta la imagen. El día siguiente, acudió de nuevo a trabajar en la misma viña, y con sorpresa encontró la idéntica Imagen, que metió en un saco y asegurándose bien de no que saliere. Muy contento, el moro pasó a poner en manos del niño de su amo la preciosa Nina hallada, pero, más confuso, todavía, se halló sin ella. Dio sus explicaciones y se defendió de las objeciones que le hicieron. Por último, los dueños de casa Milá resolvieron trasladarse a la referida viña y en ella hallaron la santa Imagen entre resplandores. Según la tradición, el hallazgo fue el medio de la conversión al Cristianismo del moro Eli. Este sagrado objeto ha sido siempre un instrumento de mil gracias celestiales, siendo un memorial para los hijos de Sitges, avivando su fe y devoción y acudiendo en sus necesidades a la Reina del cielo.
Los marineros en las tormentas del mar, los enfermos en sus dolencias, los atribulados en sus agobios, todos acudan con fervor a la Santísima Virgen del Vinyet, y sin duda alguna que la Madre de Dios, invocada en su santa Imagen, ha sido, en el transcurso de los siglos, la salvación de sus devotos, prueba de ello son los múltiples exvotos colgados en el Santuario, como se veían antes de pintarse y como lo indican algunos veleros en miniatura y dádivas en joyas y vestidos, así como en innumerables funciones en acción de gracias.
Las caras son de un color de castaña subido, que nos parece ser artificial, pues no es el que suele verse en las tallas que hayan estado enterradas, cuyo color de carne blanco se vuelve castaño. La santa Imagen del Vinyet mide 35 centímetros de alto, apareciendo mucho mayor con sus vestidos, sobre su dosel y bajo su peana de nubes doradas, entre las cepas con uvas y pámpanos. Respecto al hallazgo de esta santa Imagen, la tradición dice que el amo de la casa Milá dels Ferrers, finca que perteneció a D. Juan Manuel Bofill, sobrino de D. Juan Pintó, que compró dicha casa y terreno lindante con la carretera de Vilafranca, a poca distancia de nuestra villa.
Dicho amo, pues, envió a trabajar en la viña, donde existe el Santuario, a un esclavo moro, llamado Eli y cavando en la viña, desenterró la santa Imagen; pensando era un juguete de algún niño, la destino para jugar un niño de su amo. Al entregarla al pequeñuelo, el moro se quedó confuso, pues no halló en su cesta la imagen. El día siguiente, acudió de nuevo a trabajar en la misma viña, y con sorpresa encontró la idéntica Imagen, que metió en un saco y asegurándose bien de no que saliere. Muy contento, el moro pasó a poner en manos del niño de su amo la preciosa Nina hallada, pero, más confuso, todavía, se halló sin ella. Dio sus explicaciones y se defendió de las objeciones que le hicieron. Por último, los dueños de casa Milá resolvieron trasladarse a la referida viña y en ella hallaron la santa Imagen entre resplandores. Según la tradición, el hallazgo fue el medio de la conversión al Cristianismo del moro Eli. Este sagrado objeto ha sido siempre un instrumento de mil gracias celestiales, siendo un memorial para los hijos de Sitges, avivando su fe y devoción y acudiendo en sus necesidades a la Reina del cielo.
Los marineros en las tormentas del mar, los enfermos en sus dolencias, los atribulados en sus agobios, todos acudan con fervor a la Santísima Virgen del Vinyet, y sin duda alguna que la Madre de Dios, invocada en su santa Imagen, ha sido, en el transcurso de los siglos, la salvación de sus devotos, prueba de ello son los múltiples exvotos colgados en el Santuario, como se veían antes de pintarse y como lo indican algunos veleros en miniatura y dádivas en joyas y vestidos, así como en innumerables funciones en acción de gracias.
Continuarà...
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