SITGES I EL "WECK END"

Farà cosa d’uns mesos que una veïna del carrer Sant Bartomeu em va mostrar un quadern turístic dels anys trenta gairebé introbable, ple de fotografies, articles i anuncis publicitaris on es veu reflectit el turisme i societat d’aquella època, i on s’observa també la manera que tenia la vila de Sitges de promocionar-se com a població turística amb una oferta cultural i d’oci ja llavors considerablement important.

“Sitges es algo más que un lugar de descanso. Es el punto adecuado para su hogar. Allí hallará la calma del campo separado de las atracciones de las ciudades por la pequeña distancia de 30 kilómetros”

Per aquells temps, Sitges es percebia com un lloc turístic de gran importància, comparada ja llavors amb la Riviera francesa o amb la Promenade des Anglais de Niça. Les agències i entitats com l’Atracció de Forasters ja feia anys que funcionaven a ple rendiment, i la vila era un lloc d’estiueig per a moltes famílies benestants principalment de Barcelona on trobaven la tranquil·litat i el repòs propi d’una vila cada cop més cosmopolita. Amb el passeig i urbanització de Terramar, amb l’Hotel Terramar Palace acabat de construir i amb l’esplèndid Casino Platja d’Or a vora la platja amb la seva piscina, la vila de Sitges va gaudir d’una època esplèndida amb fama de vila d’estiueig i repòs.

Per altra banda, la Societat d’Atracció de Forasters, va impulsar l’any 1930 la creació i recerca d’una fórmula publicitària per tal de denominar la nostra vila per la seva promoció. Així doncs, es realitzà un concurs públic on 480 persones participaren i on guanyà el Barcelona Enric Sala que s’endugué 200 pessetes del premi i l’eslògan guanyador va ser el posteriorment famosíssim “Sitges platja d’Or”. Malgrat els eslògans de finals dels 80 “Sitges això és vida” o la “Joia de la Mediterrània” dels 90, després de gairebé 80 anys, aquesta frase és encara ara molt recordada.

“Sitges le ofrece además de hoteles de lujo, un espléndido campo de golf, Casino, piscina, playa, tennis, todo a precios moderados. Sólo 25 minutos le son necesarios para alcanzar Barcelona en tren, o por la magnífica carretera en cornisa sobre el mar”.

Sitges y el “Weck end”
Desde hace algún tiempo vienen publicándose en la Prensa barcelonesa artículos relacionados con la futura construcción –siempre futura- de vagas y fantásticas ciudades de reposo en las cercanías de la urbe. Tales lugares de esparcimiento y solaz serían construídos, a lo que parece, de acuerdo con las exigencias más modernas, tanto higiénicas como arquitectónicas. Es indudable que una ciudad que crece sin cesar ha de procurar anticiparse a sus necesidades venideras, creando aquellos remansos de reposo y paz que tanto necesita el hombre de hoy para reponerse de las fatigas de un trabajo demasiado intenso. Desgraciadamente, los barceloneses hemos sido siempre, en este aspecto, muy pródigos en proyectos y exageradamente parcos en realizaciones. De las cosas recién hechas –y nunca bien acabadas- pasamos a nuevos proyectos gigantescos de imposible realización. Se habla y discute en conferencias, artículos, exposiciones y después… nada. Nos consume un delirio de grandezas que nunca podemos calmar. Sin negar a los promotores de los referidos proyectos bondad en la intención, estimamos que es empresa poco meditada la de intentar crear aquello que ya existe y, precisamente , en cualidad inigualable. El sitio ideal de reposo para el “weck end” de los barceloneses es Sitges y su moderno ensanche de Terramar. La escasa distancia que separa a la urbe barcelonesa de la blanca Subur se irá acortando aún más a medida que vayan mejorando las comunicaciones –hoy excelentes, sin embargo– con la electrificación de los trenes y aumento de servicio, hasta convertirse en un nuevo barrio –el más bello– de la ciudad. ¿Quien duda que dentro de algunos años, cuando tales cosas se hayan logrado, la mayoría de barceloneses al terminar su semanal labor habrán de trasladarse a Sitges para descansar de las fatigas de un trabajo abrumador?. Nada le falta a Sitges de lo que apetecer puedan las multitudes ciudadanas que dejan el aire viciado de sus casas, demasiado estrechas y poco ventiladas. Luz, sol, mar incomparable, aire perfumado, ambiente agradable… !salud!. La blanca villa está destinada, en un porvenir no lejano, a escoger a las muchedumbres ciudadanas, que se desparramarán gozosas por su playa incomparable y gozarán las inefables delicias de su clima tonificante y encantador.[1]

“Vista su traje de baño y olvide las inquietudes de la vida sobre la playa soleada de Sitges”
[1] Libro Azul. Sitges Plage d’Or, [s.n.]. 1934. p. [26-27].